
- Urbanización
El proyecto modernizador del Oncenio de Leguía se dedicó con especial énfasis a mejorar las condiciones de higiene, transporte y servicios públicos. A la par se daba una gran especulación inmobiliaria, con una fuerte tendencia a la urbanización de terrenos agrícolas. Basándose en la especulación con la compra-venta de terrenos y casas, así como al desarrollo de la actividad inmobiliaria, se amasaron importantes fortunas y se constituyó un sólido sector rentista-urbano en íntima relación con los sectores financieros y comerciales. La ciudad se expandió como no lo había hecho antes, ocupando zonas del sur: frente a una Lima "antigua", otra "moderna" se desarrollaba. Una gran cantidad de lotes sirvieron de terreno para nuevas casas. La arquitectura de los sectores acomodados se manifestó de manera muy variada, expresando gustos exóticos por el pasado remoto o realidades lejanas. Algo más: la escultura pública se volvió especialmente importante en la imagen de una ciudad que quería estar entre las grandes capitales de América. Las fiestas del Centenario dejaron una ciudad en proceso de crecimiento. El poder había mostrado voluntad en producir cambios importantes y en mejorar y adornar la ciudad: estaba naciendo una capital con nuevos deseos y pretensiones. El éxito de las fiestas dejó, además, un gobierno fortalecido y consolidado que duraría varios años más, hasta caer en la desgracia. La modernización de la ciudad, no la modernidad y menos aún la del país, una vez más sería incompleta. - Salud
Relevante la visión higienista que aparece, en particular alrededor del tema de la vivienda popular, que por vez primera y de manera contundente, valorará el suburbio con la urbanización nueva como paradigma, en desmedro del tradicional casco histórico. Se construye el hospital del niño, la dirección de salubridad pública, La Oficina del Fondo de Garantía de la Dirección de Salubridad, hospitales en provincias. Se mejora y crea el servicio de agua y desagüe para evitar la proliferación de enfermedades, así como la atarjea.
Hospital Obrero
- Obras
Con el importe de los empréstitos, en su mayor parte, el Gobierno de Leguía fue profuso en la realización de obras públicas tanto en Lima como en provincias. Se construyó la Atarjea de Lima y otras en Arequipa, Cusco, Paita, Trujillo, La Punta, Huacho, Supe, etc. Inició la construcción de obras portuarias en el Callao, como el Terminal Marítimo, con los servicios de la empresa norteamericana The Frederick Snare Co. empezó importantes obras de irrigación en la costa, como las del Imperial en Cañete y Olmos en Lambayeque y se comenzó el estudio de las de La Joya en Arequipa. Lima fue naturalmente la ciudad más beneficiada: se terminó de construir la Plaza San Martín, cuyo monumento fue inaugurado con motivo de las celebraciones del Centenario de la Independencia; se pavimentaron las calles y se construyeron importantes edificios públicos como el Palacio de Justicia y el Palacio de Gobierno, y comenzaron las edificaciones de las avenidas Leguía (hoy Arequipa), el Progreso (hoy Venezuela), Nicolás de Piérola, La Unión (Argentina) y otras más. Rafael Larco Herrera construyó el conjunto de edificios que rodea la Plaza Dos de Mayo, de estilo parisino; se construyó también el Parque de la Reserva, etc.
Av. Leguía (actual Av. Arequipa)
- Indigenismo
Es una corriente cultural, política y antropológica concentrada en el estudio y valoración de las culturas indígenas, y cuestionamiento de los mecanismos de discriminación y etnocentrismo en perjuicio de los pueblos indígenas. La marginación y los abusos de que era víctima la población indígena marcaron la historia republicana. La sensibilización respecto a esta situación entre algunos intelectuales fue el origen de lo que se conoce como indigenismo. Interesado el gobierno de Leguía en acabar o limitar el poder de los hacendados y gamonales, auspició una serie de medidas pro indígenas como el reconocimiento legal de sus comunidades y la intangibilidad de sus tierras. Además, promovió los congresos indígenas, en los que tomaron parte delegaciones de diversas comunidades. Fruto de estos congresos fue la organización del Comité Pro Derecho Indígena Tahuantinsuyo. Una iniciativa gubernamental fue la creación del Patronato de la Raza Indígena (1922), que debía proteger a los indígenas de los abusos. Hubo, sin embargo, algo de demagogia por parte de estas actitudes oficiales. Por otra parte, los intelectuales indigenistas procuraron revalorar mucho más el legado andino e incorporar la visión indígena dentro de la identidad nacional peruana.
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